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Cosas Absurdas

Máscaras

Una gran nube de vapor vino a su encuentro, traspasándola como si fuero algo insignificante.

Nunca tendría sentido.

Una pileta de mámor extraodinariamente profunda ocupaba la mayoría de la habitación. El agua de su interior estaba hirviendo y el aire era asfixiante.
Se volvió hacia las cadenas que la mantenían atada. Eran cadenas finas, delicadas incluso, pero estaban clavadas dentro de la piel. Si intentaba huir se moriría desangrada.

Siempre había existido la posibilidad de que acabase allí, pero nunca lo había creído posible.

Por la noche, mientras su padre terminaba de doblar las túnicas del gran señor siempre le contaba las miles de extrañas leyes que tenían sus amos y las cruentas formas que tenían de castigar los crímenes.

Aparte de la gran terma, un fuego ardía a unos metros de ella. La habitación era pequeña y la su piel estaba al rojo vivo.

No sólo la habían abandonado allí. Su espalda estaba cruzada por miles de pequeñas incisuras. No habían

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